Este movidito verano, donde
todos solemos movernos más que el resto del año, he podido constatar mi
percepción de que en general, en España, somos poco profesionales.
Evidentemente siempre que se generaliza se cometen injusticias, pero voy a
intentar explicarme, aunque tampoco quiero vilipendiar a ninguna profesión en
concreto.
No sé si habrá sido
casualidad, pero la hostelería en verano está fatal y si es en el sur de
España, ya ni te cuento. Entremos en materia: varias experiencias negativas que
me han sucedido estos meses atrás. Una de ellas es que no me querían cobrar en
un bar. Sí, sí, aunque parezca bastante extraño y más en los tiempos que
corren, pedí la cuenta 3 o 4 veces y ni caso. A punto estuve de hacer un SIN-PA,
lo que pasa es que estaba con una santa, que no lo hubiera entendido, pero es lo
que se van mereciendo estos aprendices de la cruz del campo. Al final, a la
vista de una cuenta aledaña, eché yo la suma y le dejé el importe exacto de las
4 consumiciones.
El otro “suceso” fue más
sangrante todavía: un grupo de amigos cenando en una tapería de una turística
ciudad costera. El camarero se equivoca en los platos pedidos y trae 2 de ellos
equivocados. Le decimos que esos platos no los hemos pedido y se los lleva de
vuelta a la cocina. Acto seguido aparece el cocinero, con pinta de ser el dueño
o el encargado y nos dice que esos platos se habían solicitado y que ya no les
puede dar salida, porque es muy tarde y no hay otros clientes que hayan pedido
ese plato, y nos deja el par de “secretos” encima de la mesa. Aunque alguno de
los presentes querían rechazarlos, como quiera que no era plan de broncas, decidimos
dar buena cuenta de ellos y olvidar el suceso.
Y el último me ocurrió
anoche mismo y fue ya en un bar de CC. Estábamos en el tercer tiempo del pádel
y yo llevaba un buen rato oliendo a humo de tabaco. Se lo hice saber a uno de
los camareros y ni caso. Al poco tiempo, observo que hay 2 personas jodiéndose
los pulmones en la puerta del establecimiento, de tal manera que todo el humo
entraba en el local. Advierto, en ese momento otra vez al camarero y le digo
incluso que esa acción pudiera ser punible, y en vez de tomar medida alguna se
va a los fumadores y les dice que yo me estoy quedando. Uno de ellos, entonces,
en plan chulesco, en vez de cesar en su actitud, se mete medio metro en el bar
y sigue fumando y chimeneando humo, ya claramente dentro del bar, ante las risas
y gracias de los camareros. Ante esa actitud yo le digo que eso está prohibido
y que es denunciable, pero como el que tiene un tío en “Graná”. Evidentemente
que yo no echo la culpa al cliente fumeta, creo que fue el camarero y su encargado
los que, pecando otra vez de falta de profesionalidad, no estuvieron a la
altura de los hechos.
Con estos 3 ejemplos lo que
quiero es denunciar públicamente que estamos rodeados de incompetentes y que,
en beneficio de todos, debemos intentar corregirlo, ya que la imagen de nuestro
país está en entredicho, puesto que me consta que esto no son hechos aislados,
sino que son más frecuentes de lo que cabría desear.
Otro aspecto que me llama
la atención es la falta de visión empresarial/comercial. Yo (que de negocios no
tengo ni idea) suponía que cuando se emprende un negocio, se hace un estudio de
mercado, se hace una campaña de publicidad, etc
Pero me quedo sorprendido
con algunas cosas que observo. Por ejemplo, han visto en los medios de
comunicación una campaña publicitaria de la empresa “B the travel Brand”?.
Ustedes se imaginan diciendo a mi suegra: “Voy a la agencia B the travel Brand
a…”, yo nooooo. Con lo fácil que era el nombre antiguo: “Barceló Viajes”, ahora
va algún lumbreras del marketing y le cambian el nombre por esta sarta de
palabros en extranjero, que no creo que dure mucho tiempo.
Otro ejemplo de la falta de
visión empresarial. Hay una carnicería cerca de mi casa, que lleva poco tiempo
y que no creo que tarde mucho en cerrar. Y es que el cartel donde anuncia que se
dedica a la venta de viandas y su propio nombre están puestos debajo de una
balconada, de tal manera que no se ve casi desde ningún sitio de la calle donde
se encuentra. Vaya delfín el que haya decidido ese lugar para el cartel
publicitario.
Y por último no puedo dejar
de quejarme por un hecho que se reproduce en la mayoría de bares tradicionales,
y es el que consiste en que te ponen el mismo aperitivo si va una persona que
si van cuatro: un platito de aceitunas, de patatas fritas o de frutos secos, o
de callos o de orejas. Coño, si vamos cuatro ponme, al menos, el doble, que si
va uno solo, o vamos a tener que hacer lo que comentaba con gracia un paisano
de Alcuéscar: “entremos al bar de uno en
uno y así nos ponen un aperitivo individual, que si no con un platino vamos que
chuta”. Aunque bien es cierto que, cada vez con mayor frecuencia, se
pregunta al cliente qué aperitivo quiere y en estos casos se sirven de forma
individualizada.
Y por último no quiero
dejar de referirme a otro hecho que yo considero “de cajón” y que creo que es
el futuro de los pequeños establecimientos comerciales. Me refiero a la
necesidad de especializarse como medida básica para contrarrestar la competencia
de los grandes supermercados. No soy capaz de encontrar en CC una frutería que
merezca la pena, por poner un ejemplo, porque está claro que este género no lo
compro en grandes superficies. Si hubiera una buena frutería, una buena carnicería,
etc, de forma que se especialicen, creo que tendrían el éxito asegurado. Sí que
lo han hecho bien en Torrequemada, donde Juan se ha especializado en preparar
el mejor cochinillo de la provincia y ahí está su éxito. Por el contrario hay
un restaurante histórico en la capital, que tiene una carta enorme y está cada
vez más decadente, porque es imposible, a mi entender, mantener tan amplia variedad
con la calidad y frescura que se necesita en la materia prima.
Esta es mi opinión sobre una parte de la vida de la empresa y el comercio que tenemos más cercano. Seguro que en otros ámbitos, como el público, también cuecen habas.
Salud!