Nunca he tocado este palo. No se si
será porque solo de pensar la tremenda responsabilidad que tienen los jueces,
al depender de ellos tan importantes decisiones, me da el yuyu.
Pero hay algunas decisiones, fallo
dicen ellos, que son realmente eso: un auténtico FALLO. Por supuesto que yo no
voy a dudar de la legalidad de ninguna decisión judicial, ni mucho menos. Estoy
absolutamente seguro de que sus señorías aplican siempre la ley vigente y que
de ellos no dependen los contenidos de las mismas, sino del poder legislativo.
Pero es que en las últimas semanas la
justicia está queriendo ser protagonista en Extremadura, al haber parido un par
de sentencias de lo más absurdo e ilógico. En primer lugar se ha ordenado
derribar un edificio de BA que es conocido como “EL CUBO”. Ni sé donde está ese
edificio, ni que finalidad tiene, ni si es bonito, feo o mediopensionista. Pero
lo que sí opino es que, con la que está cayendo, hay que estar muy alejado de
la realidad para ordenar el derribo de un edificio que habrá costado
construirlo uno entero y la yema del otro. A ver: con esto tampoco quiero
defender las barbaridades urbanísticas que, por cierto, han crecido como setas
en nuestra querida Comunidad. Pero lo que yo pienso es que si hay una
edificación que no puede realizarse, que la justicia intervenga antes, en la
fase de construcción o incluso en la de tramitación de las licencias, de tal
manera que se impida la ejecución de unas obras hasta que no se decida si las
mismas son legales o no. Pero, en todo caso, si ya está hecho el mal, lo que no
puede es tirarse por la borda una cantidad ingente de dinero público, que sale
de los bolsillos de todos nosotros.
En segundo lugar, esta semana nos
hemos desayunado con una sentencia del TSupremo, por la que se ordena que la Isla de Valdecañas vuelva a
su estado inicial. Vamos, a ser una isla desierta, con un montón de eucaliptos,
que es la flora que tenían antes de que unos emprendedores decidieran arriesgar
sus ahorros para crear puestos de trabajo y riqueza. Pero nada, aquí parece que
tiene más valor un titi-titi que 300 millones de euros de inversión, que bastante
falta nos hace, por cierto. Esperemos que, al final, se llegue a un acuerdo y
los demandantes, los señores ecologistas, se den cuenta que los pajaritos
pueden seguir en ese paraje, pero los empleos y los dineros, pueden volar para
siempre si al final se llega a la locura de ejecutar ese gran FALLO del TS.
Pero no se quedan en Extremadura,
los fallos también han hecho mella en la sanidad madrileña para regocijo del
rojerío capitalino que, sin embargo, cierra los ojos ante los mismos hechos que
acontecen en Andalucía o Cataluña. Ver para creer!
Y tampoco se han quedado atrás en
la comunidad valenciana, donde echaron por tierra un ERE que, aunque doloroso
como todos, hubiera sido el mal menor y hubiera evitado el cierre de la TV de esa región.
En definitiva, desde mi punto de
vista, cuando la justicia tarda tanto en resolver un asunto, cuando llega tan
tarde, es inevitable que sus pronunciamientos sean contrarios a la lógica y al
sentido común.
Y, evidentemente, soy consciente de
que la solución no es fácil, pero lo que no podemos permitirnos a estas alturas
es dilapidar los dineros y los puestos de trabajo. Así que, sr. Ministro,
empiece por cambiar las leyes, que entonces, seguro que los jueces, serán más
justos.