viernes, 12 de julio de 2013

CAIGA QUIEN CAIGA


Después de tanto tiempo sin darle a la pluma, periodo en el que he tenido que frecuentar tanatorios y cementerios como nunca lo había hecho, es el momento de hablar de lo importante. Y lo importante, lo niegue quien lo niegue, son los casos de corrupción que asolan nuestra tostada piel de toro. Yo en estos temas que están en los tribunales (“sub iudice”, que diría el cursi) lo tengo muy claro: siempre hay que aplicar el principio de inocencia y dejar actuar a la justicia. Y a partir de ahí, que caiga quien caiga o dicho de otra forma más al uso: que quien la haga, la pague. Y eso debe ser así aunque parezca muy evidente lo del PSOE con los ERES o lo del PP con Bárcenas. Precisamente es de este asunto del que me gustaría hacer alguna reflexión, aunque, fijaros bien lo que me atrevo a decir, las consecuencias penales de los EREs van a ser mucho más importantes, no en vano parece que se han dilapidado más de 1000 millones de euros.
Con respecto al más famoso Tesorero del mundo, lo que a mí me gustaría es que se aclarase de una vez si los sobresueldos (cuya existencia parece que nadie niega ya a estas alturas), fueron en A o en B, es decir, si tuvieron sus respectivas retenciones de IRFP y de Seguridad Social o no. Si fueron en A, el asunto, desde mi punto de vista no reviste casi ningún problema legal, puesto que un partido es una asociación y no tiene naturaleza jurídica de administración pública. Con ello quiero decir que no habría causa de incompatibilidad en aquellos cargos públicos que percibían esos incentivos extras de su partido, cosa que por otra parte, es clara y evidente que hacen todos los partidos. Muy distintos serían los hechos si estuviéramos hablando de dinero en B, es decir que escapaba del control del fisco español. En ese caso, evidentemente deben exigirse responsabilidades, no ya tanto por la gravedad de los hechos (yo estoy convencido que algunos de los que cobraban ni siquiera sabían que esas prácticas no eran legales), sino por haber intentado engañar al pueblo español, lo cual evidentemente tarde o temprano pasaría factura de ser cierto. Es por todo ello que, aunque yo siempre he sido más de Alberto, ahora no puedo estar más de acuerdo con Esperanza, cuando dice que, el partido debe aclarar cuanto antes lo sucedido y utilizando otra expresión al uso, que cada palo aguante su vela. De lo contrario, el Sr. Barcenas, que indudablemente se ha servido del partido para enriquecerse, irá soltando de manera dosificada entrevistas, datos, fotocopias u originales, de tal forma que hagan el mayor daño posible, porque parece ser que el partido, en su momento, decidió no apoyarle en su periplo ante la justicia, y eso, tal y como están los ánimos en la opinión pública, conllevará un desgaste y desprestigio general del partido del gobierno, que aparte de inmerecido porque afectaría a una pequeña parte del mismo, para nada beneficiaría a la marcha de la economía española, ahora que parece que verdaderamente hay brotes verdes que anuncian que la recuperación está cada vez más próxima. Por eso me parece valiente la actitud de Cospedal, interponiendo varias demandas contra Bárcenas, pero muy cobarde la actitud de todos aquellos que se niegan a someterse a las preguntas de los periodistas o incluso a que el asunto sea objeto de debate en el Parlamento. Con esto lo que se consigue es que el ciudadano de a pie crea que algo hay que esconder. Y conviene recordar que el partido son más de 700.000 afiliados, que nos merecemos saber la verdad y que, si ha habido algo fuera de la norma, que paguen los que se hayan sobre-pasado, pero que no se extienda la sombra sobre la inmensa mayoría de esos españolitos de a pie que lo único que hacemos es un esfuerzo sobre-humano y sobre-natural para ganar las elecciones para un partido que prometió reformas, transparencia y regeneración. Parece que las primeras están dando sus frutos, pero si no van acompañadas de las demás, podremos, incluso, salir de la crisis (que no es poco), pero seguiremos con un problema de falta de valores y principios, que son la base de una verdadera democracia. Así que, como decía al principio, dejemos actuar a la justicia y después, pidamos las responsabilidades necesarias, si las hubiera.