Se acaba de convocar una huelga general para el próximo 29 de marzo, jueves para más señas. Por supuesto que todos los trabajadores tenemos derecho de ir a la huelga, pero en estos momentos claves por los que estamos atravesando, me vienen a la neurona varios comentarios: El primero de ellos es precisamente si lo que España necesita en una situación de grave crisis es una huelga general.
¿Se han parado los sindicatos a pensar cuando dinero se pierde en una jornada de huelga?
¿Han informado a los trabajadores de que serán ellos quienes paguen las consecuencias, al dejar de percibir las retribuciones de ese día no trabajado? Claro que, como los que convocan están liberados, no van a tener ese problema.
¿Han valorado cómo va a quedar nuestra imagen en el exterior con lo que ello comporta de cara a los mercados?
No quiero desfogarme en estos momentos contra el sistema clientelar de los sindicatos, que viven de las subvenciones del Gobierno, al que ahora le van a montar una huelga general, pásmense, antes siquiera de transcurrir los primeros 100 días de gobierno.
Para mí lo peor de todo es la absoluta falta de legitimidad, que no de legalidad, de unos señores, que dicen representar a los trabajadores, que estamos hasta la coronilla de ellos. Se pretenden convertir, como ha dicho uno que gana 30 millones de las antiguas pesetas, en el Gobierno desde la calle, pero claro sin pasar por las urnas. Urnas que paradójicamente se llenaron hace 3 meses de votos de un partido que llevaba en su programa la reforma laboral, que ahora es la excusa perfecta como origen de la huelga.
